La lumbalgia no es un chiste. Y si
tu espalda es testigo, tampoco se reirá.
Qué es este mal común.
La lumbalgia o lumbago, es un dolor localizado en la zona baja de la espalda (lumbar) entre el límite de las costillas con la zona glútea. Este es un proceso doloroso con una amplia variedad de causas posibles, de hecho, rara vez se determina de manera puntual la causa y origen del dolor, por lo que en la mayoría de los casos (95%) se le considera “lumbalgia mecánica inespecífica” sospechándose comúnmente que la causa se debe a sobrecargas sobre la estructura anatómica de la espalda ya que la zona lumbar de esta es la que lleva sobre sí la mayor parte del peso del cuerpo. Aparece generalmente después de levantar un objeto pesado, moverse repentinamente o sentarse por mucho tiempo en una posición que no beneficie la espalda.
Se estima que al menos el 80% de la población ha sufrido o sufrirá al menos una vez en su vida de lumbago.
Las causas no son del todo claras, pero se presumen muy bien.
Alzar objetos pesado de una forma equivocada (algo bastante común) puede desencadenar el lumbago debido a la tensión que se genera en la espalda. Las malas posturas también
influyen ya que la espalda no se encuentra equilibrada lo que genera estrés muscular. Los esfuerzos repetitivos también pueden favorecer la aparición del lumbago ya que la espalda se ve sometida a un constante uso, desgastándola. La obesidad posiblemente la causa más común, cuando nuestro cuerpo debe soportar un peso mayor para el que no está diseñado, es la columna vertebral la que debe lidiar con esto y por supuesto la lumbar se lleva la peor parte.
Factores psicológicos como el estrés, la ansiedad, y una vida acelerada sin un descanso propicio también pueden traducirse en lumbago ya que es la forma en que nuestro sistema nervioso libera toda esa presión.
En estos casos, si los factores se modifican, el lumbago desaparecerá.
Temperatura como método de alivio.
Algo que funciona muy bien para aliviar los síntomas del lumbago son las terapias de temperatura, estas pueden ser aplicadas perfectamente desde la comodidad de la casa y, a menos que el dolor sea crónico, es posible tratarlo nosotros mismos.
Calor: el calor actúa como vasodilatador por lo que aplicarlo sobre la piel aumenta la oxigenación del tejido y favorece la circulación. Relaja y estimula el sistema inmune y es especialmente recomendado para tratar dolores musculares como: lumbago, dolores abdominales (se incluyen trastornos digestivos) y rigidez.
Frío: el frío actúa como constrictor de vasos sanguíneos, reduciendo la inflamación y el dolor, además tonifica músculos dilatados. Se recomienda para tratar contusiones y traumatismos menores, quemaduras, dolor de cabeza y dientes, hemorragias leves, inflamaciones cutáneas locales e incluso picaduras de insectos.
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